…y la verdad es que no sé qué hacer. ¿Termino mi amistad con ella? ¿Sigo siendo su amiga a pesar de esto? Necesito consejos por favor.
Tu pregunta me parece sumamente importante cuando tenemos que decidir cuándo es demasiado comprometedor mantener una relación con una persona que necesita ayuda. Requiere mucha inteligencia encontrar un balance y saber cuándo es demasiado lejos. Personalmente, creo que Jesús se encontró en situaciones similares, aunque le resultó muy claro tomar una decisión al respecto. Entonces, creo que la verdadera pregunta que debes hacer es “¿qué necesito para mantener mi amistad y ayudar a mi amiga sin meterme en problemas?”.
Advertencias para actuar con sabiduría.
1.No te escandalices. Por lo general solemos hacer gran cosa de los pecados sexuales. No que no sean gran cosa, pero los convertimos en pecados más horribles que los demás pecados. La verdad, es que delante de Dios no hay clasificación de pecados más feos o repugnantes (Romanos 3:23 nos recuerda que el problema es en sí el pecado, no qué tipo de pecado nos afecta). Es cierto que algunos pecados conllevan consecuencias más graves, unos son públicos y algunos dejan marcas más profundas que otros. La clave está en no poner una barrera entre tú y la otra persona que diga “tu pecado es demasiado horrible para que yo me involucre”. ¿Sería acaso esta la actitud que Cristo tendría?
2.No despiertes morbosidad. El sexo siempre despierta en nosotros la curiosidad y estimula nuestra imaginación. Hablar de las prácticas, inclinaciones o preferencias de tu amiga no ayudará mucho a que tu mente se mantenga limpia. Quizás seas fuerte en el área de las tentaciones sexuales, y por lo tanto no menospreciarás el consejo de Gálatas 6:1. Cuando hablen del tema, recuerda que lo importante es su condición delante de Dios y la forma de evitar peligros dolorosos (el tema no es “qué te gusta hacer” o “por qué te gusta eso”).
3.No te conviertas en alguien tolerante. Existe una línea divisoria exageradamente fina entre saber amar a un pecador y rechazar su pecado. Es muy complicado para nosotros, particularmente porque hemos aprendido a asociar la persona con sus acciones. Para Dios el proceso es distinto; el claramente aborrece el pecado (Isaías 59:1,2) pero ama al pecador (Juan 3:16; Romanos 5:8). Pero Dios no ama al pecador por el pecado que practica (él sería tolerante entonces); más bien le ama por lo que él es (I Juan 4:7-10). Dios no puede amar o aceptar las prácticas pecaminosas, pero recibe a los que vienen a él en busca de socorro (Hebreos 4:16).
4.No dejes de presentar un testimonio de integridad. Todavía no existe (ni llegará a haber) un mejor mensaje que aquel que predican nuestros hechos. Es muy fácil (hasta cierto punto) venir ante alguien y sermonearle cuando su conducta anda mal. Lo más difícil es sostener un testimonio que no solamente respalde nuestras palabras (que no las contradiga) sino que ejemplifique, ilustre, exponga los beneficios de una conducta recta. El gran desafío es que tu amiga pueda ver evidentemente en ti las bendiciones de tener amistades sanamente y de llevar una vida sexual santa. En otras palabras, necesitas hacerle ver cuán cierto es el contraste expuesto en Juan 10:10.
5.No olvides (y recuérdale) que Cristo dio su vida por los pecadores. En efecto, aquellos que tenemos que lidiar con la enfermedad, la desgracia, el peso del pecado somos aquellos que buscamos auxilio en Dios. Qué contradicción es pensar que nuestra desobediencia es tan espantosa que nos da vergüenza venir a pedir su ayuda (es tan irracional como un enfermo de muerte que sienta vergüenza ante el médico que quiere curarle). No existe pecado que Dios no pueda perdonar, no hay mancha que él no pueda limpiar; no hay cadenas que él no pueda romper. I Juan 1:9 sigue presentándonos este mensaje poderoso.
La misión de Cristo fue venir a encontrarnos, donde estábamos, en nuestra condición desastrosa y brindarnos esperanza (Lucas 19:10). Ninguno de nosotros merecía otra oportunidad, pero quiso brindárnosla. Creo que esta podría ser también tu misión. Pide en tu iglesia y en tu familia apoyo en oración, y procura siempre estar acompañada de una tercera persona (espiritualmente madura) cuando platique con tu amiga. El amor incondicional y el rechazo del pecado será el mejor mensaje que le puedas comunicar (Juan 8:3-11).
Finalmente, te recomiendo la lectura de “Manual para consejeros de jóvenes” por Josh McDowell (publicado por Mundo Hispano).
¡Cristo quiere que goces y disfrutes la vida al máximo!
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