En una corte de justicia los testigos dan fe de lo que han visto y experimentado personalmente. Su testimonio puede cambiar totalmente el resultado del juicio. En Hechos 1:8 Jesús dijo a sus seguidores: “y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra”. Desde entonces, y por más de dos mil años, el privilegio de los creyentes ha sido testificar a los demás acerca de la gracia salvadora de Cristo y el amor que cambia vidas. Recuerde, en una corte de justicia la evidencia más contundente es la de los testigos oculares. Como creyente, usted debe ser un testigo de Dios a todos los que le rodean. Pero su principal campo de acción podría ser dentro de su hogar. Es posible que no tenga que salir de su casa para testificar de su fe. Su mayor desafío podría ser testificar… a su cónyuge incrédulo.
“Y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra”. (Hechos 1:8)
Como cónyuge cristiano hágase las siguientes preguntas . . .
¿Me controlo y no pierdo la paciencia con mi cónyuge?
¿Estoy siempre buscando maneras de ser constructivo en mi matrimonio?
¿Estoy contento(a) con mi vida y matrimonio?
¿Me burlo cuando mi cónyuge se equivoca o falla en algo?
¿Estoy dispuesto(a) a proteger y defender la reputación de mi cónyuge?
¿Estoy confiando de que Dios está trabajando en la vida de mi cónyuge?
¿Estoy esperando recibir lo mejor de Dios para mi matrimonio?
¿Estoy comprometido(a) a perseverar en el amor por mi cónyuge?
“Andad sabiamente para con los de afuera, redimiendo el tiempo. Sea vuestra palabra siempre con gracia, sazonada con sal, para que sepáis cómo debéis responder a cada uno”. (Colosenses 4:5-6)
1 Corintios 13:1–8, 13
No crea que su responsabilidad es salvar a su cónyuge. (1 Pedro 4:5)
No lo manipule con indirectas. (Proverbios 14:8)
No fuerce a su cónyuge a asistir a actividades religiosas. (1 Corintios 2:14)
No promueva un ambiente religioso incómodo en su hogar. (Proverbios 14:1)
No critique la iglesia de su cónyuge o sus puntos de vista religiosos. (Proverbios 21:23)
No sea desagradable o criticón. (Proverbios 16:24)
No responda a su cónyuge con ira. (Proverbios 15:1)
No exija respeto y honra. (Filipenses 2:3–7)
No caiga en la autocompasión. (Hebreos 12:15)
No ceda sus convicciones basadas en la palabra de Dios. (Santiago 1:22–25)
“Jehová peleará por vosotros, y vosotros estaréis tranquilos”. (Éxodo 14:14)
Sí . . . Respete a su cónyuge por ser una creación singular de Dios. (Génesis 1:27)
Sí . . . Decida aceptar incondicionalmente a su cónyuge. (Efesios 5:2)
Sí . . . Busque tener comunión positiva con otros cristianos, y de ser posible, con otras parejas cristianas. (Proverbios 27:9)
Sí . . . Crezca espiritualmente junto con amistades cristianas. (Eclesiastés 4:9–10)
Sí . . . Practique la comunicación amorosa, sabia y comprensiva. (Proverbios 16:21)
Sí . . . Anime en privado a su cónyuge y alábelo en público. (Efesios 4:29)
Sí . . . Trabaje para que usted cambie y no su cónyuge. (Lucas 6:41)
Sí . . . Permita que el Señor sea quien luche por usted. (Éxodo 14:14)
Sí . . . Ore por su cónyuge y nunca se dé por vencido(a). (Lucas 18:1)
“Ninguna palabra corrompida salga de vuestra boca, sino la que sea buena para la necesaria edificación, a fin de dar gracia a los oyentes” (Efesios 4:29)
Confíe en la fidelidad de Dios y en que él obrará en la vida de su cónyuge y en su matrimonio. (2 Pedro 3:9)
No espere que su cónyuge incrédulo tenga actitudes cristianas. (2 Corintios 4:4)
Acepte que su contentamiento no depende de la salvación o condición espiritual de su cónyuge. (Filipenses 4:11)
Entienda el verdadero significado de la sumisión bíblica. (Efesios 5:21)
Acuda a Cristo, que vive en usted, para que le dé la voluntad y la forma de hacer lo correcto. (Filipenses 2:13)
“El Señor no retarda su promesa, según algunos la tienen por tardanza, sino que es paciente para con nosotros, no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan al arrepentimiento”. (2 Pedro 3:9)
Dios ha permitido su situación por alguna razón. Decida ver su vida como testimonio del amor del Señor. Su felicidad no depende de la salvación de su esposo, sino de su relación personal con Jesucristo. Es importante entender que su “felicidad” no es la meta de Dios. Su meta estransformarla a la imagen de Jesús. Su servicio a Dios no es cuestión de emociones, sino de voluntad y no está limitado a las circunstancias, sino que se perfecciona por medio de su compromiso de serle fiel. Dios no aprueba el divorcio. Romanos 6:1-2 dice:
“¿Qué, pues, diremos? ¿Perseveraremos en el pecado para que la gracia abunde? En ninguna manera”
Es cierto que es muy esencial que ore por su esposa, pero eso no es garantía de que ella será salva. Dios comprende su dolor y los retos que está enfrentando, pero él le dará la paz que necesita en cada situación si usted aprende a descansar en él. Él debe ser la fuente de su fortaleza, seguridad y felicidad. En la medida en que usted confíe solamente en él para cubrir sus necesidades, en esa medida usted dejará de “depender” de su esposa para que llene sus necesidades y tendrá libertad para amarla incondicionalmente.
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