La gente que está sufriendo necesita paz.1 La mayoría de las personas que sufren de alguna enfermedad crónica piensan lo siguiente: “Si tan sólo pudiera deshacerme de este mal, tendría paz”.
Sin embargo, la paz no depende de la salud. Aun cuando Jesús, el Príncipe de paz tuvo que beber la copa del dolor, sometió su voluntad a la de su Padre Celestial. El nos enseñó cómo debemos orar cuando estamos en medio del dolor.
“Y decía: Abba, Padre, todas las cosas son posibles para ti; aparta de mí esta copa; mas no lo que yo quiero, sino lo que tú”. (Marcos 14:36)
Cuando los vientos de adversidad azotan nuestra vida, el corazón que se refugia en Dios tiene la capacidad de disfrutar de una vida llena de propósito y significado.2
El sufrimiento sensibiliza el corazón para que obedezca a la palabra de Dios. (Salmos 119:67)
El sufrimiento abre nuestro corazón para que estemos más dispuestos a aprender. (Salmos 119:71)
El sufrimiento toca nuestro corazón para que seamos más compasivos. (2 Corintios 1:3–4)
El sufrimiento fortalece nuestro corazón para hacernos madurar. (Santiago 1:2–4)
El sufrimiento humilla nuestro corazón para que no seamos soberbios. (2 Corintios 12:7)
El sufrimiento pone de manifiesto la debilidad de nuestro corazón para que encontremos nuestra fortaleza en Cristo. (2 Corintios 12:9)
El sufrimiento pone en nuestro corazón el deseo de buscar los valores eternos. (Romanos 8:18)
“Bienaventurado el varón que soporta la tentación; porque cuando haya resistido la prueba, recibirá la corona de vida, que Dios ha prometido a los que le aman”. (Santiago 1:12)
1) Negación…
Es tratar de evitar el dolor que provoca la realidad
“He aquí, Dios no aborrece al perfecto, ni apoya la mano de los malignos”. (Job 8:20)
2) Enojo…
Expresar abiertamente nuestras emociones
“Está mi alma hastiada de mi vida; daré libre curso a mi queja, hablaré con amargura de mi alma”. (Job 10:1)
3) Regateo3…
Es el intento de cambiar la realidad
“A lo menos dos cosas no hagas conmigo; entonces no me esconderé de tu rostro: aparta de mí tu mano, y no me asombre tu terror”. (Job 13:20-21)
4) Depresión…
Es la angustia por la pérdida
“Abomino de mi vida; no he de vivir para siempre; déjame, pues, porque mis días son vanidad”. (Job 7:16)
5) Aceptación…
Es tener una perspectiva positiva de la prueba
“De oídas te había oído; mas ahora mis ojos te ven”. (Job 42:5)
“Y [Cristo] me ha dicho: Bástate mi gracia; porque mi poder se perfecciona en la debilidad. Por tanto, de buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades, para que repose sobre mí el poder de Cristo”. (2 Corintios 12:9)
2 Corintios 12:7–10
Aprenda a llorar. (Salmos 56:8)
Aprenda a dejar ir. (Proverbios 3:5–6)
Aprenda a descansar. (Salmos 46:10)
Aprenda a diferir. (Isaías 40:29)
Aprenda a reír. (Proverbios 17:22)
Aprenda a disciplinarse. (Proverbios 15:22)
Aprenda a dar gracias. (1 Tesalonicenses 5:18)
– Sus problemas son temporales—su gloria es eterna. (2 Corintios 4:16–18)
– Su cuerpo físico está diseñado para deteriorarse. (Génesis 3:19)
– Dios permite las aflicciones para instruirnos. (Salmos 119:71)
– Dios nos ayuda a resistir las tentaciones. (1 Corintios 10:13)
– Su espíritu resiste cuando mora en usted el Espíritu de Dios. (Proverbios 18:14)
– Los sufrimientos nos permiten ver a Dios. (Job 42:5)
– A través del sufrimiento, su vida está siendo moldeada a la imagen de Cristo. (Romanos 8:28–29)
– “Se deshace mi alma de ansiedad; susténtame según tu palabra”. (Salmos 119:28)
Dios no se complace en el sufrimiento. Sin embargo, lo permite para refinar nuestra fe, para desarrollar el carácter de Cristo en nuestra vida, y para traer gloria a sí mismo.
“En lo cual vosotros os alegráis, aunque ahora por un poco de tiempo, si es necesario, tengáis que ser afligidos en diversas pruebas, para que sometida a prueba vuestra fe, mucho más preciosa que el oro, el cual aunque perecedero se prueba con fuego, sea hallada en alabanza, gloria y honra cuando sea manifestado Jesucristo”. (1 Pedro 1:6-7)
No. La Biblia revela claramente que Jesús y sus apóstoles entregaron su vida de corazón a Dios y no gozaron de salud, riquezas o de una vida sin problemas. Sin embargo, las Escrituras dicen que cuando “compartimos los sufrimientos de Cristo”, entonces somos bendecidos por Dios.
“Sino gozaos por cuanto sois participantes de los padecimientos de Cristo, para que también en la revelación de su gloria os gocéis con gran alegría. Si sois vituperados por el nombre de Cristo, sois bienaventurados, porque el glorioso Espíritu de Dios reposa sobre vosotros. Ciertamente, de parte de ellos, él es blasfemado, pero por vosotros es glorificado”. (1 Pedro 4:13-14)
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