Uno de los hábitos más destructivos que aprisionan al ser humano es tan común que mucha gente lo considera tan natural como respirar y tan inofensivo como parpadear. Ese hábito se llama “preocupación”. Es un ladrón tan hábil y engañoso, que sus víctimas ni siquiera se dan cuenta que les han robado la paz, el tiempo, la energía mental y el bienestar emocional.
La preocupación es como una maraña de gruesos hilos que ejercen presión sobre nuestra mente. Nos ata como un cordón entretejido de tres hebras a las penas del pasado, a las angustias de hoy y a las preocupaciones del mañana. Trágicamente, el efecto de la preocupación ahoga nuestro gozo, interfiere con nuestra paz y coarta nuestra libertad. Sin embargo, ¡es posible vencer a esa asfixiante enemiga!
—June Hunt
Puede ser que conozcamos y amemos a Dios, pero nuestra preocupación persistente demuestra falta de confianza en él. Cuando confiamos en cualquier otra cosa que no sean las promesas y provisión de Dios para nuestra vida, la preocupación hará que nos alejemos del Señor y que nuestra confianza se convierta en desconfianza. La preocupación se debe a:
Una teología distorsionada—Confiamos en que Dios nos salva, pero no creemos que satisfará nuestras necesidades cotidianas (Mateo 7:9–11)
La ilusión de que tenemos el control de las cosas—Creemos ilusamente que si ordenamos mentalmente los eventos futuros, podremos controlar los resultados (Proverbios 29:25)
El síndrome de la responsabilidad exagerada—Tener un sentido exagerado de responsabilidad pretendiendo que todas las áreas de nuestra vida sean perfectas (Filipenses 4:11–12)
Una falsa culpabilidad—Permitir que la culpa falsa se manifieste como preocupación (Salmos 32:3–5)
Emociones descontroladas—Dejamos que el temor nos controle por completo (Salmos 34:4)
Necesitamos aprobación—Sentimos la imperiosa necesidad de ser aprobados por otros (Gálatas 1:10)
Hambre espiritual—Tratamos de vivir del alimento espiritual pasado (Salmos 34:8, 10)
Tenemos una imagen personal distorsionada—Nos falta el valor que Dios nos da (Salmos 34:18)
1 Si decimos: “Temo que mi situación sea imposible”.
Dios dice: Todas las cosas son posibles para mí. (Lucas 18:27)
2 Si decimos: “Me siento abrumado por el miedo”.
Dios dice: Yo te sostendré cuando sientas temor. (Isaías 41:10)
3 Si decimos: “Estoy muy preocupado. No puedo perdonarme a mí mismo”.
Dios dice: Yo puedo perdonarte. (1 Juan 1:9)
4 Si decimos: “Tengo miedo de que mis seres queridos me abandonen”.
Dios dice: Una vez que te entregues a mí, nunca te abandonaré. (Deuteronomio 31:8)
5 Si decimos: “Me preocupa la muerte”.
Dios dice: Te daré vida eterna.(Juan 3:16)
6 Si decimos: “Estoy tan preocupado que no puedo descansar”.
Dios dice: Yo te daré descanso. (Mateo 11:28–30)
“Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas; porque mi yugo es fácil, y ligera mi carga”. (Mateo 11:28-30)
Procure liberarse de todo lo que le impide hacer la voluntad de Dios. (Marcos 4:19)
—Admita que ha pecado y ha hecho las cosas a su manera. (Salmos 51:4)
—Entregue a Cristo el control de su vida, permitiéndole ser su Señor. (Marcos 8:34–36)
Reconozca la presencia del Maestro en su vida. (Salmos 18:2)
—El Señor es nuestra vida. (Colosenses 3:4)
—El Señor es nuestra seguridad. (Romanos 8:38–39)
—El Señor es nuestro proveedor. (Filipenses 4:19)
—El Señor es nuestro protector. (Isaías 41:10)
Elimine las frases negativas “no puedo”, “no debería”, “tengo que” y “debo”, que sólo producen preocupación (Salmos 13:2)
Cultive el contentamiento por medio de la oración. (Lucas 18:1)
Vea las situaciones que le producen ansiedad como oportunidades para desarrollar su madurez. (Filipenses 1:6)
—Confíe en que el Señor está dirigiendo su vida aunque las cosas no salgan como usted esperaba.
—Tenga la expectativa de que Dios producirá cambios positivos a pesar de que usted fracase.
Cuide de su cuerpo realizando una actividad física apropiada. (Salmos 127:2)
—Si no duerme lo suficiente, los problemas pequeños se vuelven insuperables.
—Si no ingiere alimentos saludables, puede sentirse cansado y decaído.
—Si no toma tiempo para ejercitarse, puede sentirse desanimado y deprimido.
Alimente su mente con música espiritual. (Salmos 28:7)
—Medite en la letra de cada himno.
Comprométase a hacer lo siguiente cada día de las siguientes cuatro semanas
—Procure vivir en el presente—no en el pasado ni en el futuro. (Santiago 4:13–15)
—Pida a Dios que le dirija a realizar una buena obra (Mateo 7:12)
¿Necesita…
Consuelo?
“Jehová es mi pastor. Nada me faltará. En lugares de delicados me hará descansar. Junto a aguas de reposo me pastoreará. Confortará mi alma”. (Salmos 23:1–3)
Confianza?
“Porque no nos ha dado Dios espíritu de cobardía, sino de poder, de amor y de dominio propio”. (2 Timoteo 1:7)
Gracia?
“Acerquémonos, pues, confiadamente al trono de la gracia, para alcanzar misericordia y hallar gracia para el oportuno socorro”. (Hebreos 4:16)
Esperanza?
“Porque yo sé los pensamientos que tengo acerca de vosotros, dice Jehová, pensamientos de paz, y no de mal, para daros el fin que esperáis”. (Jeremías 29:11)
Restauración?
“Mas el Dios de toda gracia, que nos llamó a su gloria eterna en Jesucristo, después que hayáis padecido un poco de tiempo, él mismo os perfeccione, afirme, fortalezca y establezca”. (1 Pedro 5:10)
Valor para estar solo?
“¿Qué, pues, diremos a esto? Si Dios es por nosotros, ¿quién contra nosotros?”
(Romanos 8:31)
La depresión:
Cómo salir del abismo de la desesperación
El temor y las fobias:
Del pánico a la paz
La culpa:
Cómo vivir libre de remordimiento
El rechazo:
Sanando el corazón herido
Su valor personal:
Una cuestión de visión
Si desea más información, llame al
1-800-488-HOPE (4673) o visite www.esperanzaparaelcorazon.org• • • • •
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